lunes, 6 de marzo de 2017

UNA MAÑANA AMARGA

Era una mañana de domingo, hacía un día radiante, los pájaros canturreaban y el sol se mostraba en su máximo esplendor. Juan se sentía en una nube y se repetía a si mismo constantemente: “todo va a salir bien, todo va a salir bien”
Tras unos minutos de viaje, bajó del coche y se dispuso a esperar en la puerta de la Iglesia. Era la entrada principal, un portón de más de doscientos años de antigüedad cerraba la entrada al templo. Se había pintado la fachada y sacado brillo a todos los azulejos, ya que hacia veinte años que no se celebraba una boda en Mediana. Mientras Juan no dejaba de aflojarse la corbata nerviosamente, todas las vecinas comentaban su imagen: “no me gusta nada esa chaqueta uu y esos zapatos madre mía se nota que tiene el gusto de su padre”  comentaba María conocida por ser la más “cotilla” como le gustaba autodenominarse.
Pasó media hora y Juan empezó a sudar a borbotones, constantemente torcía la cabeza para observar el reloj de la torre del campanario. Vio como las vecinas estaban mirándole mal y hablando demasiado así que les dijo ”una cosa es que llegue tarde por tradición pero hoy se está pasando” todas las vecinas rieron y asistieron y al momento empezaron a hablar ”este se ríe pero por dentro esta “cagao”.
Al pasar hora y media de la hora de empezar la ceremonia, Juan cogió las llaves del coche de su hermano –un coche viejo, típico de un estudiante que parecía que ibas en un tractor del ruido que emitía- y fue rápido hacia casa de su prometida. Bajo corriendo y subió de dos en dos las escaleras sucias sin tocar la oxidada barandilla. Al llegar se encontró la puerta abierta y una nota sobre la mesa del salón
Juan, si lees esto solo puedo decirte lo siento, me he dado cuenta que no estoy lista para dar este gran paso, me tomaré un periodo de reflexión en un lugar lejano.
Al leer esto Juan tiró la nota y comenzó a llorar desconsoladamente. Bajo a la calle y se fue rápido en el coche a su casa sin pasar por la iglesia.

Víctor Sánchez Kolly 4ºD

domingo, 5 de marzo de 2017

MI MUNDO ESTÁ CAMBIADO


Este país esta cambiando

 A aquellos que fuimos a salvar,

a nuestra tierra no dejamos entrar.

Mucha pena nos dan,

pero no hacemos nada para ayudar.

 

Los trabajadores todo dan por su país,

a cambio su voz queréis oprimir.

 

Dicen que la escuela es vital,

fundamental para el país levantar,

pero lo público queréis cerrar,

y oportunidades arrebatar.

 

Alardear podemos de futbol y poco más.

La economía mejora,

pues los ingenieros son camareros

y los científicos a Alemania van.

 

MADRE


  -madre, salgo a jugar a la calle con los amigos.

-Vale hijo pero sobre todo no os acerquéis a la arboleda que hoy ya sabes que al anochecer…

(El hijo que se llamaba Juan cerró la puerta sin dejar terminar de hablar a su madre)

Juan llego a la plaza y se reunió en la plaza con sus tres amigos según habían quedado.

-Bueno chicos ya solo nos queda atrapar a un gato para cumplir el encargo del forastero.-Dijo Juan.

 Mario un chico alto y fuerte comentó

-Cierto pero no debemos acercarnos a la arboleda al anochecer por lo que cuenta la leyenda sería muy peligroso.

-¿De que leyenda se trata? He oído a mi madre decir algo así pero no le he hecho caso- dijo Juan

Mario empezó a contar

-Tal día como hoy 6 de Julio pero hace 100 años, una madre se disponía a dar un paseo, sus tres niños jugaban al escondite corrieron a esconderse  pero jamás volvieron al cobijo de la madre. La madre se volvió loca buscando a sus niños y fue hallada muerta una semana después en la arboleda. Desde ese día, todos los años vuelve esa misma fecha al anochecer y se lleva a tres niños al más allá para sustituirlos por sus niños perdidos.

Nada mas terminar la leyenda Juan salió corriendo tras un gato ya que era el último del pedido, sin darse cuenta él y sus tres amigos acabaron en la arboleda al anochecer.

-¡oh no chicos! Estamos en la arboleda, salgamos de aquí antes de que anochezca.

Al decir esas palabras el sol se ocultó tras las montañas cercanas y todo oscureció.
De estos jóvenes nunca se supo nada más, solo se encontraron sus zapatos